Mientras más se acercan a la habitación de Egil, Adelaide se siente más mareada y con ganas de vomitar. Su estómago se revuelve y no encuentra la manera de tranquilizarse.
—Mantenga la calma, mi niña —Insta la sirvienta como si eso fuese posible para ella. Puede pedirle todo, menos calma. Eso...