—¿Por qué estás preguntando eso? —Benedict la mira, extrañado—. Tú sigues siendo la señora de esta casa. Solo quiero protegerte, proteger a los niños, es lo que Egil hubiese querido, no creo que esta discusión entre nosotros sea necesaria en estos momentos.
—Es una discusión necesaria, Benedict. A mi esposo...