Alba se separó de los brazos de Santiago, con el rostro carmín, avergonzada.
—Discúlpame qué pena contigo.
Él la observó de manera muy tierna.
—No tienes porqué sentir vergüenza de demostrar tus emociones, me alegra haber sido yo el que estaba en este momento contigo.
Alba inclinó su rostro y mordió sus labios, luego...