Sofía se encontraba paralizada por el miedo, sus ojos se clavaron sobre su padre, cuyo rostro reflejaba pánico. A su alrededor, el silencio era opresivo, solo roto por los latidos acelerados de sus corazones.
Frederick intentó mantener la calma mientras le hablaba a su hija. —Tranquila, mi lobita —susurró con voz...