En ese instante, la puerta se abrió abruptamente, interrumpiendo el intenso beso que compartían.
—Veo que se están entendiendo muy bien —intervino Eda con una sonrisa amplia.
La vergüenza invadió el rostro de Sabrina al ser descubierta por su amiga. Heracles, levantándose de la cama, se acomodó en la silla cercana.
—Amiga, ¿dónde...