— Niñera, no lo hagas —dijo él con su voz ronca, porque la boca se le hacía agua.
— ¡Cállate! —dijo ella, demandante—. No hables —ordena ella.
Él arquea una ceja. Ella vuelve a su lugar en la cama, colocándose boca abajo, se acerca a Maskyn.
— Dime, Maskyn, me deseas —pregunta ella,...