Chapter 4 ¿Ya calmaste tu deseo por mí?

Yeliana Palacio 1.1k words

— ¿Te demoras? — pregunta Maskyn mirándola directo a los ojos, pero ella quita su mirada rápidamente.

— ¡¡No, señor!!

— ¿Necesitas ayuda en algo?

— ¿Por qué debería necesitarlo?

— Es evidente que estás así de avergonzada porque te coloco nerviosa, ¿o no?

— Usted tiene mucha imaginación, señor.

— ¡No! Solo que lo que tengo que decir lo digo, y en este momento, te ordeno que me mires.

— Señor, usted está confundiendo las cosas. ¿Puede o no tener a Dulce un momento? Si no, yo la llevo conmigo, me desocupo y vuelvo a traerla. Usted me dirá — habla Johana seriamente.

Maskyn sonríe con malicia.

— Después de todo, la monjita me desafía.

— Vaya, usted sí que le gusta hacer sentir mal a las personas.

— Después de todo, eres mi empleada.

— Se equivoca, yo trabajo para el señor Charles y la señora Emma.

— Es la misma familia Villareal, Johana, así que cuidado cómo me hablas.

Maskyn se acercó a ella con pasos firmes. Ella se pone más nerviosa y el corazón está que se le sale.

— ¿Quieres decirme algo, Johana? — pregunta él en todo el oído de ella.

Johana respira profundamente y trata de mantener la calma.

— ¡Sí! Le quería preguntar si puede o no tener a la niña — dijo ella en total seriedad.

— Quizás yo pueda quitarte el problema de encima, ya sabes.

— No entiendo de qué habla, señor.

— Vamos, sé que a leguas eres virgen.

— ¡Vaya!

— Yo te haría el favor para que no lo seas.

— ¿El favor? ¿Cree usted, señor, que estoy necesitada?

— Si ese no fuera el caso, entonces ¿cuál es tu afán de irte? Ah, ya sé, porque no te puedes controlar cuando estoy cerca de ti. Crees que no me he dado cuenta de lo nerviosa que te pones.

— Está muy equivocado, señor Maskyn. Además, yo no necesito que usted ni nadie me venga a hacer el "favor", como dice usted. No me interesa y no me importa. Y como veo que no tendrá a la niña, me la llevo.

— ¿Qué está pasando aquí? — pregunta Hailey al ver la cercanía de Maskyn hacia Johana.

— Nada, madre, solo que voy a cargar a Dulce. Johana me pidió el favor — responde Maskyn.

— ¿Es cierto, Johana? Si mi hijo te está molestando, me lo puedes decir — dijo Hailey mirando a Maskyn.

— ¡No! El señor tiene razón, solo me va a hacer el "favor" de tener a la niña.

Johana le pasa a Dulce María a Maskyn y él pudo sentir las manos frías de Johana. Maskyn se ríe maliciosamente, Johana se retira.

— La princesa del tío, ¿cómo está? — habla Maskyn y Dulce posa su manita en el rostro de él.

— Maskyn, cuidadito y me entero de que quieres lastimar a Johana.

— Nada que ver, mamá. A mí me gustan las mujeres experimentadas. Verás, madre, ¿qué pasó con papá al fin?

— Ya hablamos, pero Maskyn, no busques problemas. Deberías de una vez por todas hacer las cosas bien.

— Mira, madre, te lo diré a ti porque te amo y sabes lo importante que eres para mí y también porque odio que me jodan la puta vida, y con respeto te lo digo. Yo hago mi vida, mamá, no estoy para que me den cantaleta. Yo tengo mis ahorros, yo tengo mis cosas, ¿por qué? Porque yo mismo con mi propio esfuerzo las tengo y no como mis hermanos.

— Pero, ¿qué es lo que haces, Maskyn?

— Mamá, muchas cosas. Y ya olvídate del tema, quiero pasar un rato con Dulce porque tengo que salir.

— Ay, Maskyn, ay de ti, donde estés haciendo cosas malas.

— Mamá, sé que lo que te molesta a ti y a papá es que no pueden saber qué hago con mi vida. ¿Crees que no me he dado cuenta de que mandan escoltas a seguirme o alguien que está investigando mi vida?

Hailey se queda en silencio.

— No malgasten tiempo y dinero en eso, mamá. Lo que pasa es que yo soy muy independiente con mi vida y lo que a ustedes les molesta es eso.

— No, hijo. Tú sabes que somos una familia reconocida y tu padre es acosado por muchas personas, porque tu hermano tiene su empresa y Channel también, pero de ti nadie sabe nada.

— Por eso, mamá, es mejor así. Porque el que calla otorga, porque el que menos ruido hace más crece.

— Entonces, ¿no me queda más opción que creer en ti a ciegas?

— Sí, madre.

— Eres un mal hijo. Cuidado con dejar hijos por ahí, Maskyn, porque con la primera te caso y sabes que lo hago.

— ¡Vamos! Para eso me cuido. No creo que la primera que llegue, tú enseguida le vas a creer.

— Contigo no se puede hablar, siempre tienes algo para responder.

— Te amo, mamá.

— Yo a ti, cabeza hueca. Iré a traerle una compota de manzana a Dulce María, se la hice a ella, le encanta.

— Claro, por eso es que ella está gordita.

— Mejor, hijo, ¿no te parece hermosa? Además, con los otros bebés que llegarán, esta mansión se va a llenar de niños.

— Con Dulce está mejor.

— Qué malo eres. Te veré enamorado de tus otros sobrinos, sean niños o niñas, te veré. Ya vengo...

Hailey se marchó y Maskyn se sentó en el mueble. Johana aparece.

— Señor, ya puede pasarme a la niña.

— ¿Ya calmaste tu deseo por mí?

— Es usted muy engreído, señor. ¿Me pasa a la niña, por favor?

— Descuida, Johana, tómate un descanso. Te llamaré, estaré un ratito con Dulce antes de irme a trabajar.

— Como ordene, señor. Con permiso...

Hailey llega.

— Madre, déjame darle a Dulce María de comer.

— No, hijo, tú la vuelves nada.

— No seas quejona, mamá, déjame.

— Tú no tienes remedio — dice Hailey y le pasa la compota a Maskyn, que le da de comer llenando de compota su ropita. Todo se había vuelto un desastre.

Hailey niega con la cabeza al ver el desastre que es Maskyn para darle de comer a Dulce.

— La llevaré a bañar.

— Yo lo hago, madre.

— ¿Y a ti qué te picó? Si no te gusta hacerlo — dijo Hailey toda interrogante.

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