El taxista no respondió de inmediato, solo esperó unos segundos antes de arrancar el coche.
Miré por el retrovisor y vi a Ovidio parado, confundido y sin saber qué hacer, hasta que desapareció de mi vista.
Justo en ese momento, mi teléfono sonó. Era Ovidio, pero colgué de inmediato.
De repente, una voz...