Morí.
Morí el día de mi boda.
Llevaba un vestido de novia blanco como la nieve cuando corrí tras él, agarrando su brazo con desesperación.
Le supliqué.
—Tristán, por favor, no te vayas.
—Hoy es nuestra boda...
Pero Tristán apartó mi mano con un gesto brusco y, con una mirada de irritación, me dijo:
—Pecadora, ¿es que...