Desafortunadamente, mi respuesta no hizo más que decepcionarlos. Me reí con frialdad y dije:
—¿Acaso no está viva? No hay motivo para desesperarse, sólo sufrió un aborto.
Al oír esto, mis padres al otro lado de la línea se quedaron en shock. Pronto, mi padre, que antes estaba tranquilo, perdió la compostura...