Rose frunció el ceño y retiró su mano que cogía mi muñeca. “¿Por qué no vendrás a cenar? ¿Acaso no te gusta el pollo al curry?”
No pude evitar que se escapara una risita al observar su infantil puchero, recorriendo su mejilla con mi pulgar. “No, es eso, nena. Tu sabes...