Apenas entré en la cocina, la madera pulida bajo mis pies me tranquilizó, permitiéndome distraerme del cemento resbaladizo del exterior. Echando un vistazo a mi alrededor, un rocío condensado salió de mis labios, derramándose en el aire y desvaneciéndose en la nada. Todo estaba impecablemente limpio, cortesía del ama de...