Mientras asimilábamos las palabras de Jade, entre nosotros se instaló el silencio, espeso y abrumador. Me quedé inmóvil en mi asiento; los apoyabrazos se clavaban en mis costados; yo empujaba las piernas contra el suelo con firmeza. Por instinto, mi mano rodeó el bulto de mi barriga de inmediato, a...