Desperté con una sonrisa y miré alrededor de la cama; pese a encontrarla vacía, el cálido olor de Aiden aún permanecía allí; las sábanas llevaban su aroma. Aparté el edredón de mi cuerpo desnudo y me puse su camisa, abrochándola deprisa.
Incapaz de dejar de sonreír como una tonta, me mordí...