Al despertar, mi mirada se dirigió hacia los cristales de la ventana del dormitorio, envuelto en la oscuridad. Pesadas gotas de lluvia golpeaban los cristales en rápida sucesión, ahogando con su crepitar el tictac del reloj. Decidí permitirle a mi cuerpo unos minutos más entre las sábanas, estirando con languidez...