Punto de vista de Aiden
Los sonidos del bosque me hicieron consciente de lo que estaba a mi alrededor, por lo que elevé mis orejas en estado de alerta. Con un ligero mohín de nariz, saqué mi lengua para humedecer la punta de mi hocico, y mis ojos se posaron en una mariposa.
Una risita despreocupada escapó de mis labios. A la edad de cinco años, me fascinaban los objetos coloridos, al igual que a cualquier otro cachorro. Mis patas golpearon el suelo, mientras brincaba intentando atrapar la mariposa que revoloteaba a mi alrededor. Quería agarrarla y regalársela a papá, pues eso podría animarlo y hacerlo reír como a mí.
Por el rabillo del ojo, noté que alguien se me acercaba lentamente y descubrí a un lobo gigantesco. Mis ojos se movieron por todos lados, buscando la forma de escapar. Los Alfas no huyen de una pelea, me dijo mi padre en alguna ocasión, pero los lobos grandes me asustaban fácilmente, ya que yo era tan pequeño, que en cualquier momento podrían destrozarme.
Para mi sorpresa, el lobo se transformó en humano y se instaló frente a mí, sentándose con las piernas cruzadas en una enorme roca del bosque, entre los montones de hojas secas. Su boca se torció graciosamente hacia abajo al oír el crujido de las hojas bajo su peso; pero toda su atención se enfocaba en mí. ¿Qué quería?
"Hola, cachorro", saludó amigablemente, extendiendo la mano, al mismo tiempo que me dejaba olfatearla antes de pasar sus dedos por mi pelaje esponjoso y me rascaba detrás de las orejas. Dejé escapar un gruñido de satisfacción, restregándome en la palma de su mano.
Parpadeé inocentemente, mientras él observaba mis ojos. Mis amigos siempre decían que tenían algo especial, con su ligero toque dorado justo en la parte superior que resaltaba el llamativo color verde de mis orbes. Esa tonalidad era bastante rara, además de que solo la tenían los Alfas con gran poder. En cuanto me veían, los ancianos relataban una gran cantidad de historias relacionadas con las características de mis pupilas.
En realidad, yo era un cachorro demasiado confiado, así que me acerqué después de olfatearlo rápidamente.
"Vas a ser un gran Alfa. ¿Qué te parece eso?", dijo el extraño sonriendo y yo empecé a brincar alrededor de él emocionado, mostrándole una sonrisa tan amplia que podían verse todos mis dientes.
¡Lo sabía! Mi padre me decía eso mismo todos los días, por lo que escucharlo de ese extraño, me hizo confirmarlo. Quería que lo repitiera frente a papá, pues él siempre reía con orgullo cuando alguien me alababa.
"Voy a darte algo para que me recuerdes", dijo el hombre, mientras me levantaba rápidamente y me depositaba sobre uno de los montones de hojas secas. Yo hice una mueca al sentir que levantaba suavemente mis patitas superiores, para mirar el pelaje blanco de mi vientre.
Me quedé viéndolo fijamente. ¿Qué estaba mirando? Antes de que pudiera librarme de sus manos, me sujetó con fuerza.
El extraño murmuró algo levantando la mano, para después colocarla justo sobre mi pecho, mientras concentraba toda su energía en el punto donde presionaba su pulgar. Nunca me habían marcado, pero, como mencioné, yo era muy confiado. De repente surgió una luz entre sus dedos, deslumbrándome de inmediato, por lo que cerré los ojos con fuerza.
Un grito salió de mi garganta al sentir que la marca se implantaba en mi pecho, pero, aunque me dolió, no intenté alejarme. De todos modos, había un campo de fuerza a nuestro alrededor que no me permitía moverme. Cuando pude hacerlo, me sacudí de sus manos, parándome sobre mis pies, pues el dolor fue tan intenso que me transformé en humano. Supongo que fue una reacción automática de mi cuerpo, que trataba de sentir un poco de alivio.
De pronto, se escuchó un largo aullido a través del bosque y yo quedé congelado. Era mi padre que estaba buscándome. Mi manada debía estar preocupada porque me escabullí para jugar en el bosque, así que olfateé el aire a mi alrededor apresuradamente, para concluir que ellos estaban cerca.
Entonces, el extraño se levantó rápidamente. "Volveré por ti", me dijo.
Me desperté con una sacudida y todo el cuerpo cubierto de sudor. El hecho de revisar a mi alrededor logró que fuera consciente de mi entorno. Afortunadamente estaba en mi habitación. ¿Por qué volví a tener ese sueño? Había pasado mucho tiempo desde la última vez que lo tuve.
Después de que mi manada me encontró, no recordé el incidente con el extraño, pero la marca ha estado en mi pecho desde ese día. A pesar de que durante años me he estado devanando los sesos tratando de averiguar qué significa, he fracasado irremediablemente.
Levantándome bruscamente de mi cama, caminé hacia el espejo y, una vez más, observé la marca de mi pecho. Froté mi piel tratando de recordar la cara del extraño. Desafortunadamente, no pude hacerlo, ya que siempre que lo intentaba, una sombra oscura se cernía sobre su rostro.
Un día nos encontraríamos y yo obtendría todas las respuestas que necesitaba.
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Después de salir de mi cabaña, me dirigí a la casa de la manada. En el trayecto me encontré con varias personas que me saludaron con una inclinación de cabeza. Podría acostumbrarme fácilmente a tales atenciones. Aunque antes lo hacían porque yo era el hijo del Alfa, pronto ocuparía el puesto que antes fue de mi padre.
'No todavía', me recordó con agudeza mi propia mente. Faltaba celebrar una última ceremonia, antes de que la manada me aceptara por completo como su Alfa.
Cerré los ojos para invocar a mi Beta usando mi lobo y lo encontré a través de nuestro enlace. Podíamos comunicarnos fácilmente a través de nuestras bestias, simplemente porque confiábamos el uno en el otro. Así era posible mantenernos en contacto entre los miembros de nuestro grupo, solo se necesitaba confiar en la otra persona con quien queríamos conversar.
'Estoy cerca de ti', escuché como respuesta.
Liam corrió hacia mí, abriéndose paso a través de la gente que andaba por allí. "¿Qué puedo hacer por ti?".
"¿Llamaste a la familia de la Beta? Necesito terminar con esto lo antes posible", pregunté acercándome.
La única razón por la que acepté tomar una Luna fue para ocupar mi puesto. A través de los siglos, nuestra manada tenía la tradición de pasar el liderazgo a un Alfa con una compañera a su lado. Eso haría que tuvieran descendencia en el curso de un año. Sin embargo, nadie de mi manada estaba interesada en cumplir con ese deber, ya que me conocían demasiado bien.
Por eso, mi Beta sugirió que buscáramos a alguien afuera de nuestro grupo, de tal modo, sería fácil que yo contrajera matrimonio, dado mi nombre y estatus.
Él asintió entusiasmado. "Sí, Alfa, ya están en camino. No te preocupes, envié a dos guardias para recibirlos en la estación".
Una sonrisa afloró en mis labios. Era solo cuestión de unos días para que finalmente ocupara mi puesto. "Bien. Ardo en deseos de conocer a mi Luna", repliqué satisfecho.
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