Punto de visa de Aiden.
—¡Mamá! —grité, rompiendo el silencio que se había instalado en la casa mientras mis pies repiqueteaban sobre el piso que crujía. Inmediatamente mis labios se torcieron al no recibir una respuesta. ¿Por qué mi madre no me respondía? Gracias a que había cumplido cinco años podía...