Todos nos partimos de risa una vez más. Era la quinta vez que mi hermana intentaba adivinar.
—¡Duro de matar! ¡Sí! Es duro de matar —gritó Sharon, dando brinquitos.
Patrick, el esposo de mi hermana mayor, gritó lo mismo. Yo negué con la cabeza y volví a repetir el gesto.
—Anda cuñado, tiene...