Punto de vista de Emma
Escuché la voz del hombre que quería, diciendo que me amaba. Sentí sus labios en mi cuello y su nariz moviéndose por mi mandíbula.
«Si esto es la muerte, no tengo nada de que quejarme», pensé.
Abrí lentamente los ojos, pero una luz brillante me obligó a cerrarlos....