"¿Es Jacob?", preguntó mi hermano.
Asintiendo, metí la taza en el lavavajillas.
"Nos vemos esta noche. Adiós, Logan. Sienna", me despedí, dándole a mi hermano un beso en la mejilla.
Logan me dedicó una sonrisa y Sienna me miró fríamente. «P*rra», pensé.
Al salir de la cocina, abrí la puerta principal. Mi amigo Jacob está parado ahí, sonriéndome.
Siempre me había gustado. Y todavía tenía sentimientos por él. Era guapo, alto, musculoso y con el pelo negro. Sus oscuros ojos marrones se asemejaban a un cuenco de chocolate… Y a mí me encantaba el chocolate. Había momentos en los que me gustaría que fuera mi lobo. Seríamos una pareja estupenda, y sabía que le gustaba. Él mismo me lo confesó.
Nunca tuvimos citas ni hablamos del tema, porque nos reservábamos para nuestras parejas. Aunque no estaba prohibido tener relaciones sex*les con otros, estaba mal visto, principalmente por los más veteranos de la manada. Los demás miembros coincidían con que debíamos esperar, pero fingían ignorancia cuando veían a alguien que salía con otra persona que no era su pareja. No obstante, no todos se guardaban hasta el vínculo. Sabía que mi hermano y Logan se acostaron con varias lobas. Pensaba que el Alfa incluso durmió con Sienna, lo cual sólo aumentó su convicción de que ella sería su Luna. Si bien nunca hablamos del tema con Jake, creía que él también lo hizo.
Jacob tenía 22 años, pero aún no había encontrado a su pareja. Así que quizás estaríamos predestinados. Si él era mi pareja, no me gustaría saber que se acostó con alguien, pero no le echaría en cara su pasado.
"Buenos días, preciosa", me saludó dándome un beso en la mejilla.
"Buenos días, Jake", saludé también, cerrando la puerta.
"¿Estás emocionada?", me preguntó tomándome la mano.
"Sí, lo estoy", respondí con una gran sonrisa. "No puedo esperar a transformarme".
"Será increíble", me animó. "Tú estarás increíble. Es un honor que me pidieras que estuviese presente".
"¡Por supuesto! Tú y Amy son mis mejores amigos. Los quiero presentes", me sinceré.
"Tal vez yo sea algo más que tu amigo", dijo guiándome el ojo.
"Tal vez", me reí.
Así, nos dirigimos juntos al campo de entrenamiento.
Amy nos estaba esperando. Ella era un año mayor que yo, y nos conocimos en la escuela secundaria. Fue quien me presentó a Jacob, que era su primo.
Se parecían mucho. También tenía el pelo negro. Sin embargo, sus ojos eran un poco más claros.
"Vaya, pero si son mis dos lobos favoritos", exclamó y sonrió radiante.
"Hola, Amy", saludó Jake con un beso en la mejilla.
Me dio un fuerte abrazo mientras hablaba: "No veo la hora de conocer a tu loba mañana, Emmy. Nuestras lobas serán mejores amigas al igual que nosotras. Estoy segura de ello".
"Oh, no me cabe duda de que a Alora le caerá genial mi loba", dije con una enorme sonrisa.
Los lobos tenían su propia identidad. La loba de Amy se llamaba Alora, y el de Jake, Jared. No podía esperar a conocer el nombre de la mía.
"Basta de parloteo, chicas. Es hora de entrenar. Las veré más tarde", dijo Jake mientras caminaba hacia su campo de entrenamiento.
Él se desempeñaba como lobo de patrulla, por lo tanto, tenía un entrenamiento más duro y diferente al nuestro. Las patrullas entrenaban por separado del resto. Amy, por otro lado, trabajaba en un invernadero, ¡y se le daba muy bien la agricultura!
En ocasiones, Jacob y yo entrenábamos juntos. Me enseñó un poco sobre lo que hacían en sus prácticas. Dijo que quería que conociera todo lo posible para ser capaz de defenderme. Así, me mantendría a salvo.
Después de hora y media, habíamos terminado nuestro entrenamiento diario. Como a Jake aún le quedaba una hora, Amy y yo nos fuimos a casa a ducharnos y cambiarnos.
Nos veríamos en la cafetería a la que siempre íbamos.
Cuando llegué, Andrew no estaba. Había salido a ocuparse de asuntos de la manada. Ser un Beta no era como otros trabajos con horario fijo. Siempre había algo que hacer, sobre todo cuando el Alfa era Logan.
Me di una ducha rápida y me puse unos vaqueros, un suéter blanco y mis zapatillas Converse negras. Me sequé el pelo y lo dejé suelto, ya que me llegaba hasta la cintura.
Cuando llegué a la cafetería, Amy ya estaba sentada en nuestra mesa de siempre.
"Hola chica", me saludó. "Te ves increíble".
"Gracias", le saludé. "No tan increíble como tú".
Ella era preciosa: Alta, delgada, con curvas en todos los lugares adecuados, y muy confiada. Todos los hombres la deseaban.
"Mañana es el gran día, eh", dijo, dando un sorbo a su batido de chocolate.
"Sí. ¡Estoy muy emocionada!", respondí.
"Tal vez Jake sea tu pareja, y seamos familia política", comentó esbozando una gran sonrisa.
"Me encantaría", le dije. "Sabes que yo adoro a Jake. Sería una gran pareja".
"Y está completamente enamorado de ti", se rio. "En realidad, la mayoría de los chicos lo están".
"¿Qué dices?", pregunté frunciendo el ceño.
En ese momento, la camarera se acercó a servirme el batido de fresa. Le di las gracias antes de darle un sorbo. Sabía increíble.
"Vamos, Emma", me dijo, mientras rodaba los ojos. "Eres guapa y muy atractiva. Me cuesta creer que hasta ahora no te hayas dado cuenta de las miradas que recibes. Siempre le dan celos a Jake".
"Siempre pensé que te miraban a ti", afirmé con una mueca.
Amy se rio: "Pues sí, lo hacen. Pero no soy la única a la que miran".
Me sonrojé y me miré las manos. "Bueno, no me importa. Yo esperaré a mi pareja", afirmé.
"Aquí viene", susurró Amy señalando la puerta.
En ese momento entraba Jake. Nos dedicó una gran sonrisa y se acercó a nuestra mesa. Tomó asiento a mi lado y me besó la mejilla.
"Hola, chicas. ¿De qué hablamos?", preguntó.
"Parejas", respondió Amy con una enorme sonrisa.
"Estoy deseando hablar de eso mañana", manifestó Jake y me guiñó un ojo.
Reí y me sonrojé: "Bien, no me hagas sonrojar", bromeé.
Jake se echó a reír y me pellizcó un cachete mientras decía: "¿Por qué? No existe una escena más bonita".
"Bueno, tortolitos. Ya es suficiente", se unió Amy mientras reía. "Emma, ¿cuándo nos encontramos? Me refiero a mañana".
"Bueno, comeré y pasaré el día con mi hermano. Nos encontraremos en el lugar de la transformación, a las ocho de la noche".
Mi hermano y yo teníamos la tradición de pasar nuestros cumpleaños juntos, a solas. Desayunábamos y almorzábamos juntos. Después, veíamos una película y comíamos todo el pastel que podíamos. ¡La verdad era que amaba esa tradición!
"Genial. No veo la hora de comprobar si tu loba será tan pequeña como tú", se rio mi amiga.
Jake se unió a su broma mientras yo me ofendía: "Tontos", solté.
"Oh, vamos, Emmy", se rio él. "Adoramos lo pequeña que eres".
Aunque fruncí el ceño, me reí con ellos.
Nos pasamos el resto del día hablando, riéndonos y haciendo planes para nuestra primera aventura juntos.
Cuando volví a casa era tarde, pero Andrew todavía no había regresado. Me duché rápidamente, me puse el pijama y me metí bajo las sábanas. Estaba impaciente por descubrir lo que me esperaba al día siguiente.