Chapter 4 Mayoría de edad

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'Buenos días, Emma', escuché. 

Me volteé hacia la puerta para saludar a mi hermano, pero no había nadie. Estaba sola. Entonces, ¿de quién era esa voz?

'Soy yo, tonta. Tu loba'.

Me sobresalté. Claro, era mi cumpleaños. Mi loba aparecería. No obstante, me resultaba extraño oír una voz dentro de mi cabeza.

'Te acabarás acostumbrando', dijo la voz.

'Me tomará algo de tiempo', respondí.

'Nos queda todo el tiempo del mundo', me alentó.

'¿Cómo te llamas?', le pregunté.

'Eliza', reveló. 

'Me gusta', halagué. 

'Lo sé, Emma. Ahora, levántate y ve a pasar el día con tu hermano. Asher ya percibió mi presencia y está ansioso por conocerme', comentó. 

Me levanté, emocionada y llena de energía. No podía esperar para ver a Eliza.

Me lavé los dientes, me duché y me puse una sudadera con capucha. Era ideal para un relajado día de cumpleaños en compañía de mi hermano.

Cuando bajé, Andrew ya había preparado tortitas. Era el desayuno tradicional de cumpleaños.

"¡Feliz cumpleaños, Emma!", gritó mientras me daba un fuerte abrazo. "Asher ya percibió a Eliza. Está muy emocionado de por fin poder conocer a su hermana".

"Ella tampoco puede esperar a conocerlo", le sonreí.

Amaba a Asher. Era el mejor lobo de todos.

"Ven, vamos a comer", siguió, tirando de mí hacia la mesa.

Después de saciarnos, nos dirigimos a la sala de estar para ver la primera película del día. Como siempre, veíamos la saga de los Vengadores. Los humanos se lucieron con esas películas.

Cerca de la una de la tarde, fuimos a la cocina para empezar a preparar el almuerzo. Por mi cumpleaños, comíamos mi plato favorito, lasaña. En el suyo, comíamos su comida favorita, pizza.

Empecé a preparar la lasaña mientras Andrew se sentaba en la cocina.

"Puede que pronto encuentres a tu pareja", comentó.

"Es posible", dije, sin levantarle la vista.

Me incomodaba hablar de todo eso con él. Era mi hermano, así que hablar de parejas era raro. Además, no quería separarme de él, nunca. Me resultaría muy difícil quedarme con mi pareja.

"Quizá sea Jacob", indagó.

"¿Estarías de acuerdo con eso?", pregunté al mirarlo.

"Sí", afirmó encogiéndose de hombros. "Es uno de nuestros mejores luchadores, así que estoy seguro de que estarás a salvo a su lado. Además, sé que te gusta. Será más fácil para ti quedarte con él".

Fui hacia él y me senté a su lado: "No me será fácil marcharme. Sin importar quién sea mi compañero. Eres mi familia, y no te quiero dejar".

"Lo sé, Em", me sonrió. "No quiero que te vayas. Sin embargo, lo harás si encuentras a tu pareja. Y todo irá bien".

"Quizás no lo encontraré", dije y me volví a levantar. "Tú nunca la encontraste".

"Lo sé", asintió. "Pero presiento que tú lo harás, y que será Jacob".

"Veremos", finalicé, rodando los ojos. 

Entonces, se levantó y me ayudó a terminar la comida. Luego de comer, regresamos a la sala para ver otra película.

A eso de las siete de la tarde, Andrew me indicó que debía ir a prepararme. Caminamos unos veinte minutos antes de llegar al lugar de transformación, en el bosque.

Se trataba de un pequeño claro en medio del bosque, donde todos los lobos acudían para su primera transformación. Era especial por ser el único lugar donde la luna puede brillar sobre uno completamente. La vegetación era tan espesa que la luz de la luna apenas atravesaba los árboles. Solo en el claro brillaba en todo su esplendor.

Me puse el vestido blanco, que había elegido especialmente para la ocasión. La costumbre era vestirnos de blanco la noche de nuestra primera transformación. Después, me puse los zapatos y bajé las escaleras.

Andrew ya me esperaba en la puerta. Me pasó una chaqueta y salimos de casa.

Mi corazón palpitaba con fuerza. Seguramente Andrew lo oyó, porque me tomó de la mano y me acercó a él.

"No te asustes, Emma", susurró. "Será increíble. Voy a estar a tu lado".

"Gracias, te quiero", respondí.

"También te quiero, pequeña", respondió abrazándome de lado.

Unos veinte minutos después, llegamos al claro. Mis amigos, junto con la Luna Gloria, ya estaban allí, esperándonos.

La primera en acercarse fue la Luna: "Feliz cumpleaños, cariño. Ansío conocer a tu loba".

"Gracias, tía Gloria. Ella también está emocionada por conocerte", sonreí.

Amy y Jacob se acercaron a mí con grandes sonrisas. 

"Feliz cumpleaños, Emmy", me abrazó ella.

"Feliz cumpleaños, Emma", siguió Jake, besándome la mejilla. "Ahora, déjanos conocer a tu loba. Hace frío y no quiero que te resfríes".

Y tenía razón. Era diciembre y lo único que llevaba puesto era un vestido. Aunque tenía una chaqueta, no me mantenía caliente. Sólo la emoción me impedía temblar.

"Tiene razón, Emma", dijo Andrew. "Dame tu chaqueta y párate en medio del claro".

Le obedecí y me coloqué en medio del claro. Todos me sonrieron y se dieron la vuelta para que pudiera quitarme la ropa con un poco de intimidad.

Me desvestí con cuidado: Me quité el vestido, la ropa interior y los zapatos. Los doblé cuidadosamente y los puse en un montoncito. Me incorporé y miré a la luna.

'¿Estás lista, Emma?', preguntó mi loba.

'Lo estoy', respondí. '¿Cómo lo hago?'

'Suéltate. Dolerá. Pero no luches. Se acabará pronto. Déjate llevar y dame el control', indicó.

Le obedecí. Respiré hondo y dejé que ella tomara el control de nuestra mente y nuestro cuerpo. Empecé a sentir como que se me rompían los huesos. Dejé escapar un pequeño grito y me desplomé sobre mis rodillas.

Oí la voz de mi hermano: "Eso es, Em. Todo saldrá bien. Déjate llevar".

El dolor era insoportable. Parecía que se me rompían todos los huesos de una vez.

Combatí las ganas de vomitar y me concentré en relajarme.

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