El frío entraba por la ventana esa temporada de diciembre haciendo estremecer el cuerpo de la pelinegra con rudeza.
Abrió los ojos de repente al escuchar el sonido de sus hijos levantados.
Miró su cuerpo húmedo por la temperatura. No entendía como cada noche soñaba con esos ojos azules que la miraban...