Cuando Evangelina llegó a la clínica, estaba asustada, con las manos temblorosas y el corazón acelerado. Demetrio Laureti era el único hombre que ella había amado e incluso que amaba.
—¿Massimo, dime que Demetrio está bien? —le preguntó a su suegro que estaba en la sala de espera, sentada con las...