Santino estaba colgado de una cuerda, mientras pataleaba a punto de asfixiarse.
— ¡No! —gritó Eva desesperada al verlo rojo, casi ahogado.
— ¡Por favor Santi! ¡Aguanta por dios! —gritó corriendo a la cocina para tomar unos cuchillos, y cortar la cuerda.
Las manos de Evangelina comenzaron a sudar ¿Por qué Santino era...