Los ojos de Eva se iluminaron al escuchar las palabras de Demetrio. Sus manos comenzaron a temblar, y su corazón a palpitar fuerte. Mientras Demetrio conducía, con una sonrisa coqueta en sus labios, Evangelina no dejaba de temblar, de imaginarse la noche que iba a pasar.
—¿Esta nerviosa señorita Anderson? —le...