—¿Está seguro? ¿Una maleta? —le preguntó al joven que vivía al frente de Eva.
—Sí, unas maletas le digo, señor —respondió el muchacho molesto; tenía rato diciéndole.
—¿Sabe a dónde fue? —le preguntó antes que el tipo le cerrara la puerta en la cara.
—No, señor —respondió para luego dejarlo hablando solo.
—¡Maldición! —resopló...