Madison no para de burlarse de su marido, tal y como él presintió que pasaría. Salieron del restaurante y ella, todavía riéndose del asunto, y el esposo, lejos de molestarse, también quería reír, pero se sentía demasiado avergonzado.
—Ya fue suficiente, cariño. —Se quejó Arnaldo en buen plan.
—No sabes cuánto...