Madison no soportó la magnitud de ese insulto y lo desafió enseguida.
—¿Cómo así que tu hijo? ¿Te refieres a que solo es mío? —dijo enojada.
Es nuestro hijo, Arnaldo. Tú también colaboraste para que él, se formara dentro de mí. Pero, sabes, pensándolo bien, es bueno que digas que el bebé...