Un par de horas después, Arnaldo llamó a la puerta de su propia habitación en donde Madison se encuentra castigada.
—¿Qué le dijiste al abuelo para que te dejara tranquila? —Preguntó al ingresar.
—Le dije que me sentía con dolor de estómago y mareos. —mintió descaradamente.
—¿Y es verdad? Si te...