—Pues… si, ¿No lo es de ustedes? —pregunto Mary.
— ¿Cómo diablos lo seria? Si no tenemos para pagarle, y además ¿Para qué necesitaríamos una contadora? Si somos unas pobretonas —dijo Sarah, mientras miraba a Mary.
—Mary, no todas puedes tener el suficiente dinero para comprarse su propia casa, y para contratar...