En aquel sueño, se hallaba el paraíso.
—Tarara…tarara…tarara…rarara… —
Artem observaba a Ayla abrazando aquella sabana en donde había estado el falso hijo creado con artes oscuras y maliciosas. Sus ojos verdes parecían fijos en aquel bulto improvisado entre sus brazos, pero en realidad, su mirada estaba perdida en la nada. Era...