Santiago al escucharla en un impulso la abraza. Y hasta el señor Sardino viene y se estrecha a ellos.
—¡Gracias Susan, muchas gracias! —Le dice emocionado —Vamos ahora, no podemos perder más tiempo.
—¡¿Hija, estás segura?! —pregunta la madre asustada.
—¡Sí mamá! ¡Perdí a mi hija al nacer, Dios me la devolvió ahora...