De niña, escondida debajo de mi cama, con una linterna alumbrando mis libros. Siempre me imaginaba, siendo una princesa encerrada en un castillo, esperando porque mi príncipe encantado, viniera a rescatarme. Con los años, la vida me enseñó, ¡que no existen príncipes encantados, que vienen a salvarte! ¡Tienes que hacerlo...