Al escuchar el anuncio realizado por mi padre, no puedo contenerme y grito sin darme cuenta, poniéndome de pie de un salto. Mis padres me miran enojados y me siento de nuevo, mirando a mi padre horrorizada. ¿Cómo pueden hacerme esto? Ellos saben lo abusivo que es Luis, no es un secreto. Los escándalos sobre su comportamiento están en todas las revistas y periódicos del país. El padre de Luis me observa en silencio y luego me sonríe, como si estuviera satisfecho con lo que ve. Cambia su mirada al escuchar a mi madre.
—Sí, querida Isabella, ja, ja, ja... ¿Por qué te sorprendes? Lo sabías que un día iba a suceder, ya eres mayor de edad", me explica mi madre con una voz que trata de ser dulce, pero puedo sentir el disgusto que está conteniendo. —Tu compromiso con Luis es un hecho. Él siempre ha estado enamorado de ti, desde que eran niños. ¿No recuerdas que siempre andaba detrás de ti? Ya lo habíamos pactado desde entonces. Además, hace un rato cuando tu padre te preguntó si estabas de acuerdo con este compromiso, dijiste que sí feliz. ¿Por qué reaccionarías ahora así? ¿Es por la felicidad? ¿No pensaste que Luis aceptara? Pues lo hizo".
Intento oponerme, tratar de decir que no escuché lo que preguntaron y que no estoy de acuerdo, pero me siento incapaz de decir algo más. Mi voz se queda atrapada en mi garganta mientras todos me miran inquisitivamente.
—¡Felicidades, cariño! Tu historia de amor se hará realidad. Todos sabemos que también lo has extrañado mucho. Desde que llegó de la escuela, no deja de preguntar por él —miente con una sonrisa en su rostro, como si disfrutara verme sufrir. —Hace un rato, antes de que llegaran, su padre le preguntó si era verdad que Luis era el amor de su vida, y ella dijo que sí.
—¿Eh? —miro a papá, ¿eso fue lo que me preguntó tan seriamente y yo le dije que sí?
—Discúlpenla, es muy tímida —sigue hablando mamá, y me resigno. Eso te pasa por no escuchar lo que te preguntan, Isabella. —Felicidades, Bella, vas a ser muy feliz con el amor de tu vida. No todos tenemos esa suerte, querida.
Me quedo paralizada, mirándolos sin poder creer lo que están diciendo. Miro a Luis, quien sonríe como un ángel, aceptando las felicitaciones de todos mientras sostiene una de mis manos entre las suyas y me besa de vez en cuando. Y de repente, se arrodilla frente a mí y me muestra con su sonrisa cínica un anillo de compromiso.
—Bella, desde que éramos niños, fuiste una fascinación para mí, y lo sigues siendo. Como me prometiste en aquel entonces cuando me confesaste tu amor, he esperado todos estos años por ti. Porque yo también te he amado toda mi vida y pretendo seguir haciéndolo. Gracias por aceptarme como el hombre que te hará feliz por toda la eternidad —dice Luis mientras me coloca el anillo en el dedo, ante los aplausos de todos. Ni siquiera pregunta si lo acepto, lo da por sentado.
Me siento atrapada, sin poder reaccionar ni decir una palabra. No encuentro palabras para expresar mi desesperación, me quedo congelada y sin saber qué decir. Sé que no puedo opinar, siempre ha sido así. Miro a mis padres felices y me resigno a mi destino. Dejo caer mi cuerpo en la silla, con la mano todavía atrapada en la de Luis, quien no deja de expresar su amor y besarme, provocándome una enorme incomodidad y asco. No recuerdo lo que sucede después, me sentí como un objeto que podrían vender al mejor postor sin importar quién fuera ni lo que me hiciera.
Después de otra hora de sufrimiento, en la que me entero de que mi compromiso salvará la empresa de mi padre, finalmente nos marchamos. Luis se despide besándome la mano, la cual le arrebato lo más rápido que puedo. ¿Cómo pueden hacerme esto?
Durante todo el trayecto, estoy tentada de preguntar, pero mi madre habla feliz sin parar sobre los preparativos de la boda y yo solo suspiro. Mi padre me observa ocasionalmente a través del espejo retrovisor, pero no dice nada. Al llegar a casa, subo corriendo las escaleras y me encierro en mi habitación. No quiero ver ni hablar con nadie. Lloro desconsoladamente. Podría pedir ayuda a mis abuelos, pero mi relación con mi padre ya es tensa, así que prefiero resignarme.
Esto debió ser obra de mamá que me odia, por eso papá me preguntó tan serio y yo de estúpida le dije que sí, sin saber lo que me preguntaba. ¿Qué es eso que su empresa está al borde de la bancarrota? ¿Por qué no le pide ayuda a mi abuelo en vez de al padre de Luis? ¿Por qué tiene que sacrificarme? ¿Y si le digo que no, que no estoy enamorada de Luis, romperá el compromiso? No, seguro que no lo hará, él debe haber estado de acuerdo con mamá en esto. ¡Qué desgracia tener unos padres como ellos! Me duermo llorando.
El sonido del despertador me saca de mi profundo sueño. Recuerdo la noche anterior. ¡Ojalá fuera solo una pesadilla! Ese Luis es insoportable. Hoy tengo un examen, así que me visto rápidamente. Miro el anillo de compromiso en mi dedo y suspiro, estoy atrapada, no puedo escapar. Aún no puedo creerlo. Suspiro resignada y tomo una decisión. Lo haré, ayudaré a papá a salir de este lío, pero solo por tres años. Después me divorciaré de ese arrogante hombre y viviré mi vida.
Papá dijo que me daría mi herencia en vida, al igual que hizo mi abuelo con él, en tres años exactamente. Bueno, aguantaré ese tiempo para ser libre y no deberles nada. Habré cumplido mi deber como hija. Luego me iré y viviré mi vida como yo decida. Me miro en el espejo y suspiro.
Soy una chica de setenta metros de altura, delgada pero con una figura bien formada. Tengo una pequeña cintura que hace que mis caderas parezcan más anchas de lo que son. Mis pechos son algo prominentes, por eso suelo usar blusas holgadas. Mi cabello es castaño oscuro y siempre lo llevo recogido en una coleta, mi madre no me ha permitido cortarlo. Mis ojos son de un verde oscuro que contrasta con mis largas pestañas negras, y mi piel tiene un tono cobrizo.
Mi abuelo me dice que soy hermosa, aunque no puedo creerlo. No me siento así en absoluto, al contrario, me considero fea. Por eso siempre oculto mi cuerpo con ropa holgada y mis ojos detrás de unos lentes. Me molesta mucho cuando me preguntan si uso pestañas postizas.
Bajo corriendo las escaleras, tomo mi desayuno y me subo a mi auto, un regalo de mi abuelo. ¡Un Ferrari rojo último modelo! Aunque protesté por lo llamativo que era y no se ajustaba a mi personalidad reservada, él hizo caso omiso y me obligó a aceptarlo. Siempre trato de estacionarlo lo más lejos posible del instituto y corro para llegar a tiempo. No tengo amigos y siempre me siento en las últimas mesas, sola. Así pasan mis días entre las aulas, la biblioteca y mi casa.
La noche de la fiesta de compromiso llegó antes de lo que me esperaba. Estaba muriendo de ver como Luis sonreía a todos y se hacía el más enamorado que nadie, imaginando lo que me iba a hacer cuando nos casáramos. Por lo que no podía evitar suspirar a cada rato, y por mucho que me esforzaba, no lograba sonreír feliz, todo lo contrario, parecía que me llevaban al matadero. Luego de comer, Luis me llevó hasta mi habitación y me dijo.
—Mira Bella, cambia esa cara de sufrimiento. Tú no me gustas, estoy haciendo esto, para que mi padre no me desherede.
Al escucharlo el alma me volvió al cuerpo, y le presté atención para entrar en un arreglo beneficioso para ambos, si la cosa era así, puede que hasta me convenga este matrimonio pensé.
—¿Qué quieres decir? —pregunté.
—¿En verdad pensaste que estaba enamorado de ti? No, Bella, jamás me enamoraré de alguien como tú —dijo cínicamente. —Así que llévalo bien, los dos saldremos ganando. Tú tendrás tu libertad y yo mi herencia. Estaremos tres años casados, y cada quien por su parte. Solo pareceremos estar casados. Ahora tienes que fingir que te gusto, que en verdad hemos estado enamorados desde niños, si lo hacemos bien, más pronto seremos libres.
—Me parece bien, tú a mí tampoco me gustas. Nos divorciaremos en tres años, y ya. —Respondí feliz al sentir que se me quitó un gran peso de encima. Sentí que Dios existía y había venido a salvarme.
—Sí, pero quiero que te quede claro. En ese tiempo, no puedes tener relación alguna. —Dijo muy serio, mientras miraba por la ventana.
—Bien por mí. ¿Y tú?
—¿Yo qué? ¡Yo soy hombre, y me acostaré con quien se me dé la gana! —Vociferó molesto.
—¡No tengo ningún problema! —Respondí enseguida de la misma manera. —Solamente trata de ser discreto, para que nuestros padres no sospechen. Otra cosa. ¡No me tocarás! ¡Puedes tener a todas las mujeres que quieras, pero conmigo, no estarás!
—¿Por qué no? Puedo enseñarte muchas cosas. —Dijo Luis acercándose insinuante, mientras rozaba con sus dedos mi mejilla, le aparté de un manotazo la mano.
—¡No, esa es mi única condición! Si no aceptas, tampoco aceptaré eso que me dices, le diré a mis abuelos que anulen esta boda. ¡Y sabes muy bien el poder que tiene mi abuelo! —Dije muy seria, quería que supiera que aunque mi padre me estaba vendiendo a él, tenía quien sacara la cara por mí. —A él no le importa que mis padres me quieran casar, si le digo que yo no quiero, me saca de aquí en un segundo en las narices de todos. No olvides que ya soy mayor de edad, no estoy obligado a obedecer a nadie, lo hago para que papá no quede mal. ¿Me entiendes? ¡Yo no necesito casarme para heredar a nadie, soy la única heredera de mis abuelos, y aunque papá me desherede, ellos no lo harán!
—¡Está bien, no me gustas como mujer de todas formas! ¡No eres mi tipo! ¡No tienes que amenazarme con tu abuelo! Asi que no te preocupes. Y no me gusta que me amenacen Bella, deberías ir aprendiendo cómo es tu futuro esposo. —Dijo con una mirada siniestra, que no le di importancia.
—Ni a mí que me griten Luis, mejor nos llevamos bien, como dos buenos amigos hasta que todo termine. —Respondí atrás.—Yo te ayudaré a llevar tu vida loca y guardar las apariencias, siempre que me trates con respeto no tendremos problemas, pero el día que no lo hagas, hasta ahí llegó el arreglo. ¿De acuerdo?