—¿De verdad lo crees? —pregunto mientras él se acerca al fregadero para dejar su plato.
—Sí, lo creo. Y quién sabe, tal vez este niño te lleve a tu mate —me dice.
—Gracias, viejo.
—Cuando quieras, chico. Ahora tengo que irme, pero te veré luego.
—Adiós —saludo con la mano.
Después de que Jer se...