Seis meses después de mi muerte.
Joaquín Gómez seguía viviendo a lo grande, disfrutando de su vida de libertino. Yo flotaba en el aire, observándolo en silencio mientras él se rodeaba de mujeres, con una expresión de satisfacción en el rostro.
Sus amigos, una banda de cómplices de siempre, le brindaban uno...