Desde ese día, Fabían no dejó de enviarme desayunos, que yo seguía arrojando a la basura. También me esperaba después del trabajo, pero lo rechazaba cada vez. Incluso Luisa, que siempre había estado cerca de él, comenzó a ser ignorada.
—Fabían, ¿por qué no respondes a mis mensajes?—
Aunque ya estábamos divorciados,...