Ya sabía yo, que ellos eran hombres dominantes, pero verlos ahí sentados, exudando su aura y con aspecto de dioses griegos, es bastante diferente. Mi loba y yo lloriqueamos ante la escena, sin embargo, me obligué a permanecer erguida, pues, después de todo, soy la hija de un alfa.
“Hola, Caliana”....