Pero Franco aún no había terminado. Justo cuando estaba a punto de abalanzarse sobre Nate y golpearlo, lo agarré de la mano y tiré de él hacia la habitación.
_ Franco, no te ensucies las manos por su culpa. Que no vale la pena.
Franco me miró preocupado.
_ ¿Estás bien?
Asentí...