Me senté en la primera fila, mirando el temporizador en la pantalla frente a mí, aferrándome a las palmas de mis manos. A mi lado, Raúl me dio un leve golpecito en el reposabrazos, tratando de consolarme.
—No te preocupes, todo saldrá bien.
No podía sonreír. La generosa inversión de Raúl había...