Los dos en la cama también me vieron.
Manuela Zacarias gritó y se escondió en los brazos de Espiridión.
Pero Espiridión se levantó rápidamente de encima de Manuela y se acercó a mí.
Al ver las marcas de pasión en su cuerpo, retrocedí dos pasos.
Espiridión se quedó quieto, sin atreverse a moverse.
—Luci, no...