Me arrodillé en el velatorio, mecánicamente agradeciendo a los asistentes junto a los alumnos de mi padre.
—Lici, sé fuerte—, me consoló un viejo amigo de mi padre, suspirando.
—Gracias, tío Villas.
Habían pasado tres días desde la muerte de papá. Todos los alumnos y colegas que recibieron la noticia llegaron para ayudarme,...