Siguiendo la ubicación del coche de Adrián, Liliana y yo encontramos la otra casa que había adquirido en secreto.
Adrián fue quien abrió la puerta. Al verme, se quedó sorprendido, pero pronto se recuperó y me lanzó una mirada furiosa.
—¡No puedo creer que me hayas puesto un rastreador en el coche,...