DANIEL ADAMS
¡Maldición!
Bramé furioso luego de colgar el teléfono y darme por enterado lo que aquella maldita bastarda había hecho.
¡¿Cómo se atrevía la muy estúpida a denunciarme y acusarme de aquella manera?!
¡De dónde mierda había sacado tantas agallas para hacerlo!
¡Ahhh! Si la tuviera delante de mí, la estrangularía con mis propias...