HENRY
Nadie había hecho caso a mis gritos de pedido de auxilio, cuando noté que Sergei sangraba.
—¡Sergei! ¡Sergei! Aguanta un poco, amigo. —Le supliqué, mientras sentía un leve pulso en su muñeca.
Con las luces apagadas, nada podía hacer por él.
Luego de una hora, aproximadamente, vinieron a revisar a qué se debían...