HENRY
—Ahhh… —suspiró, gimió y sus manos temblorosas bajaron hasta mi pantalón, desabrochándolo con torpeza.
Las mías fueron hasta el pliegue de ese diminuto vestido que la había obligado a ponerse, enrollándolo y subiéndolo hasta su cintura. Mis dedos se metieron por debajo del elástico de la braga de encaje que...