HENRY
—En ver… dad, eres tú… —volvió a murmurar y una sonrisa de satisfacción se formó en su tentadora boca.
Sin esperarlo, saltó sobre mí, enrollando sus brazos a mi cuello y sollozando, balbuceando palabras que no comprendía.
Su reacción me desconcertó por entero y hasta me incomodaba porque no quería...