Ante esa respuesta de Amber, Christopher comenzó a besarla, apoderándose de sus labios definitivamente, sintiéndose el único dueño y señor de ella.
—¡¡Lo sabía, mi amor!! Me lo gritaba el corazón. Eres mi mujer, mía y de nadie más —vociferó él alegre y satisfecho, despertándose en su cuerpo el gran...