En Santiago
—¡Christopher! ¡Por favor! —Suplicó Sabrina, con sus ojos brillantes— No te acerques más a nosotras. Nos hiciste mucho daño.
»Que no se te olvide nunca, pero nunca, que la golpeaste, le provocaste un accidente, que casi le cuesta la vida —haciendo una breve pausa, para continuar.
»Y encima pagaste para que...