―¡Me preocupa! Que por haberme desmayado en tus brazos y el esfuerzo que hiciste al levantarme, tengas complicaciones en tu cirugía ―aseveró ella, acariciando el rostro de él y mordiendo suavemente su mentón.
―¡Me estás seduciendo! ―inquirió él― Y luego Sabrina, piensa que soy yo ―susurró él con una voz tierna...